El
viento, indomable y sorpresivo, desgarró
las tristes costuras de seda de un gobierno que tiembla, tiembla y se derrumba
más brutalmente que las chapas de nuestras casas.
Casas
que las volveremos a levantar, pues las manos y el trabajo es nuestro. El
gobierno no se levantará pues nuestras manos, nuestro trabajo, ya no será para
ellos. Para todos fue su eslogan, que ironía,
mientras se enriquecen y las ganancias son para todos, para todos sus alcahuetes disfrazados de pueblo consciente, humano y solidario; para todos es que ni yerba de ayer tenemos
secándose al sol.
Ese
sol que no nos ilumina ni en nuestras tierras, ya que ellos la apropiaron
privadamente al igual que sus enemigos mediáticos los dueños sojeros.
El
viento sopla y trae susurros y gritos de guerreros de todos los puntos
cardinales.
El
viento sin fronteras ni idioma nos llama a la revuelta, nos incita a ser parte y no estar en contra
de la natural naturaleza, el viento es
libre y anárquico al igual que nosotros,
el viento hace temblar gobiernos al igual que nosotros.
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